Paseos y excursiones:

Ondulada Puerto Octay

En sus veredas se reconoce la historia de la arquitectura centenaria cuidadosamente conservada, reflejo del legado alemán que acompaña la vida cotidiana de sus habitantes.

Puerto Octay no tiene quizá la misma presencia turística que otras localidades lindantes de la costa del lago Llanquihue. Sin embargo, en los últimos años ha ganado visibilidad por su paisaje natural, su historia protegida, sus actividades náuticas y al aire libre. Además, desde que el Consejo de Monumentos Nacionales declaró a Puerto Octay como Zona Típica, se han impulsado diversas capacitaciones comunitarias orientadas a reforzar la conservación del patrimonio local, lo que evidencia un creciente interés por el turismo cultural de la zona.

Viajamos desde Frutillar para conocerla y, al ingresar por la fuerte pendiente que lleva al centro de Octay, tuvimos un primer plano de su espléndida iglesia parroquial con su techo y cúpula de color rojo. Más adelante nos recibió su plaza principal, que es eje de la actividad comercial y pública del municipio; cuenta en el centro con un odeón techado donde se llevan adelante distintas expresiones musicales.

Nos llamó la atención la gran cantidad de casas antiguas muy cuidadas, muchas con placas que indican el apellido de su primer ocupante y su historia. Historias de vida que lograron emocionarnos y que luego compartimos con algunos de sus habitantes.

La arquitectura predominante, construida entre finales del siglo XIX y principios del XX con maderas nativas como roble y laurel, responde a estilos provenientes de las regiones originarias de los colonos alemanes. En la actualidad esas casas funcionan como residencias o locales comerciales. Entre ellas destaca el Hotel Haase, declarado monumento arquitectónico y aún en funcionamiento, además de las casas Wulf y Niklitschek, que son parte del inventario del patrimonio oficial.

Cuando visitamos el Museo El Colono, comprendimos la profundidad de la tradición local. Las colecciones de objetos, herramientas, máquinas e imágenes fotográficas dan idea de las tareas agrícolas, los oficios y el avance de la navegación que desarrollaron los primeros colonos. Los utensilios de la vida diaria familiar y del campo dan idea de los pocos recursos con que contaban los inmigrantes, pero de lo mucho que lograron con ellos.

Llegamos entonces a la iglesia San Agustín, cuya torre habíamos visto a la distancia. Muy poco adornada y de una sencillez digna, fue construida en 1908 íntegramente en madera. Destacan sus columnas interiores de piso a techo, las ventanas ojivales y varias tallas religiosas que forman parte de su valor histórico.

Dejamos la zona céntrica para conocer las costas del lago Llanquihue, a las que se accede por distintas bajadas. El espejo de agua es inmenso y desde cada recodo se puede disfrutar de actividades náuticas, incluida la pesca deportiva. El volcán Osorno acompaña el recorrido y, ya en las playas de fina arena como Maitén y La Baja, el paisaje se abre hacia la península Centinela, donde se encuentran varias residencias de veraneo.

Puerto Octay continúa fortaleciendo su oferta turística gracias a sus paisajes, balnearios y su patrimonio protegido. Los extensos bosques y la arquitectura tradicional permanecen como parte esencial del encanto del lugar, un pueblo que honra su historia mientras avanza en la conservación de sus recursos naturales y culturales.

Contacto

Municipio de Puerto Octay - Dep.Turismo

Pedro Montt 378, (5370000) , Puerto Octay, X Región de los Lagos
Tel: +56 64-2391860

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