Paseos y excursiones:
Vuelta al lago Llanquihue
Durante el recorrido conocimos el contorno del lago, y sus aguas cristalinas acompañaron cada uno de nuestros movimientos, casi como un pasajero más de la excursión.
Puerto Varas es un excelente punto de partida de un circuito terrestre de día completo que rodea el lago Llanquihue y que toca cada uno de sus rincones. Para ello, dejamos atrás la hermosa arquitectura de influencia alemana que caracteriza a la ciudad para adentrarnos, poco a poco, en zonas más agrestes y en plena selva valdiviana.
Iniciamos el trayecto desde el centro, tomando la ruta que se dirige a Ensenada. En pocos minutos, dejamos atrás el área urbana y comenzamos a pasar por playas como Hermosa, Niklitschek, Punta Cabras y Poza Loreley, cada una con su encanto particular. Esta última tiene la característica de contar con una laguna, la Verde, una vegetación profusa y una isla a la que se accede en kayak; muchos jóvenes disfrutaban de su día al sol.
Continuamos la marcha hacia el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales, un santuario natural de enorme valor. Nos sorprendió un antiguo escorial de lava que, hace casi dos siglos, llegó hasta la costa del lago, recordándonos la presencia siempre imponente del volcán Osorno. El ambiente húmedo y la diversidad de especies arbóreas nos envolvieron en un paisaje vibrante. Al detenernos, comprobamos que el volcán domina completamente la escena. Guías especializados acompañan los ascensos, la única forma segura de recorrer sus laderas, grietas y zonas donde suelen formarse nubes bajas. Incluso quienes no practican esquí suelen visitar el centro invernal La Burbuja, uno de los más accesibles del área.
Siguiendo el camino que nos habíamos trazado, continuamos hacia la zona de Las Cascadas, una pequeña localidad con pocos habitantes permanentes, pero muy concurrida en verano, por quienes buscan tranquilidad en sus balnearios. El lugar cuenta con campings, cabañas y transporte hacia la ciudad de Osorno. Allí, el volcán Osorno se aprecia en toda su magnitud y es recomendable consultar información antes de tomar alguno de los senderos que conducen a las de la zona. En la playa El Maitén, una antigua capilla construida por colonos alemanes nos llamó la atención; cuesta imaginar el esfuerzo que implicó abrir caminos en un territorio tan agreste para levantar allí sus primeras moradas.
El recorrido viró hacia el sur, llevándonos a playa Maqui, desde donde hicimos una caminata por una puntilla que se asoma a un acantilado con vistas panorámicas excepcionales: los volcanes que rodean la cuenca, la península Centinela y el frente lacustre de Frutillar. Ya estábamos cerca de completar la vuelta al Llanquihue cuando llegamos a Puerto Octay, uno de los pueblos costeros más pintorescos. Recorriendo sus calles, destacados sus suaves lomadas, sus casas con historia y la vista privilegiada desde la bahía Centinela.
Al llegar a Frutillar decidimos hacer una pausa de un par de horas, porque había mucho para descubrir. Mientras nos descalzábamos en sus playas de arena a orillas del lago, observamos sus jardines floridos y sus construcciones de madera de neto estilo germánico. Es una ciudad alegre, con empuje y con gran espíritu cultural. En febrero, por ejemplo, se realizan sus Semanas Musicales, con gran afluencia de público que llega desde lejos para disfrutar de sus espectáculos. La gastronomía local también es célebre por sus kuchen, tortas y platos tradicionales de influencia alemana y regional.
Llanquihue fue la siguiente parada del camino costero con buenas vistas del volcán Osorno y hotelería, clubes de pesca y caza. Desde allí, tomamos la ruta Panamericana para regresar a Puerto Varas, cerrando un dia completo de paisajes, historia y naturaleza en estado puro.
Vea también: Hoteles en Puerto Varas y otros alojamientos© 2007-2025 Prohibida su reproducción total o parcial. Derechos de Autor 675243 Ley 11723


