La primera actividad de la mañana fue una navegación en una pequeña embarcación pesquera adaptada a los paseos marítimos. Mientras la hacíamos, fuimos descubriendo los criaderos de salmón a lo largo de la costa y el guía nos comentó cómo era su faena en los distintos momentos del año. Sobre algunas rocas blanquecinas notamos algo especial y, al consultar, supimos que se trataba de semillas de moluscos bivalvos. Dado que los mejillones, cholgas y choros escasean en los últimos años, se ha intensificado el cultivo de esos animales invertebrados por vía artificial y se ha transformado en un buen negocio para los recolectores y mercados de cría. Nos dejamos llevar por el estuario mientras sentíamos el viento en la cara y una sensación de tranquilidad muy placentera.
“Aquí el tiempo no es importante”
Así rezaba un cartel en un comercio y, siguiendo con ese consejo, decidimos abandonarnos al sol mientras llegábamos hasta unas termas y tomamos baños en pozos naturales. Luego, siempre embarcados, llegamos hasta una colonia de toninas y lobos marinos, estos últimos apostados en las rocas; nos acercamos lo suficiente como para tomar unas fotos y ver sus zambullidas en el agua. Navegamos hasta llegar a Sotomó, un paraje donde nos esperaban con un curanto al hoyo para almorzar.
En el parador, ubicado en alto con una vista espectacular de montañas y del mar, fueron apareciendo los ingredientes de este plato tradicional chileno. Se cocina bajo tierra, sobre piedras previamente calentadas con fuego, y los alimentos son: carne vacuna y de cerdo, chorizos, papas, choclos, camote. El calor se concentra con hojas de nalca y pangue y panes de tierra colocados por encima. Lleva bastante tiempo de cocción y luego se acompaña con “milcao”, “chapalele” y pebre. Una delicia.
A la hora de la siesta, volvimos a subir a la embarcación y, ya de regreso, visitamos la parroquia de San Luis sobre la costa. Al llegar al muelle, recogimos unas cholgas recién recolectadas y nos internamos en Cochamó mientras los pescadores retornaban de sus tareas habituales. Nos esperaba el lodge de Campo Aventura para seguir conociendo los secretos naturales del valle. Los altos bosques vecinos, la presencia constante del mar, sus cerros con paredes graníticas para escalar hacen del lugar un paraíso muy apreciado para pasar más de una jornada. Nosotros volvíamos en el día a Puerto Varas pero nos quedamos con deseos de regresar y conocer algo más de esta población pequeña pero muy entretenida.
Contacto
Ubicación
Características
DuraciónSon aproximadamente 6 horas de navegación, retornando cerca de las 17 al muelle.
DificultadNinguno.
Extras
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HorarioLa excursión sale a las 8 desde Puerto Varas, para estar a las 9 en el muelle de Cochamó.
Para tener en cuentaRecuerde llevar algún abrigo y protector solar para el paseo. Lo ideal, después de la navegación, es pasar la noche en el lodge y degustar su excelente menú vegetariano.