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El museo Pablo Fierro y el arte de soñar
Una vez dentro, el entusiasta Pablo Fierro, dueño de casa, muestra un mundo de recuerdos del pasado colonial de la zona.
Por la costanera de Puerto Varas, sobre el lago Llanquihue, encontramos el Museo Pablo Fierro, cuyo propietario es un reconocido artista plástico chileno, destacado tanto en pintura como en escultura. El museo alberga una infinidad de objetos que rememoran la vida cotidiana de los primeros colonos y de épocas anteriores con su gran valor emocional y patrimonial.
En un recorrido por la planta baja y el piso superior, junto a Pablo, pudimos conocer cómo organizó y puso en marcha el museo. Con paciencia y dedicación, recopilo elementos del proceso de colonización desde la llegada de los inmigrantes alemanes y chiles a mediados del siglo XIX. Su pasión por la historia y el arte hizo el resto.
"Cada una de las cosas que se exhiben aquí tiene una historia y refleja los cambios que se produjeron cuando la cultura alemana se fusionó con las tradicionales costumbres chilotas", nos explicó. Esa reflexión se percibe en muchas de sus pinturas, realizadas con distintas técnicas, que representan la arquitectura de las grandes residencias de la época y la vida cotidiana de sus habitantes.
Ante su invitación, tomamos cada pieza entre las manos para observar, de manera cuidadosa, sus detalles, descubriendo utensilios hogareños, viejos buzones, revistas y diarios antiguos amarillentos por el paso del tiempo. Algunas piezas nos recordaron objetos que habíamos visto en casa de nuestros abuelos, evocando la memoria familiar y la tradición local.
Los cuadros de Fierro se lucen junto a los objetos, creando un diálogo entre arte y vida cotidiana. Paredes y recovecos están completamente cubiertos por los elementos en exhibición, transformando cada sala en un viaje al pasado.
Lo más especial es la presencia de su creador que, con sus relatos apasionados, convierte la visita en una experiencia cercana y única, donde se mezcla la historia, la amistad y la nostalgia.
La casa en sí es de apreciar. Cuenta con una bonita y elegante escalera de madera que lleva al piso superior y un balcón que ocupa todo el frente del edificio. Desde allí, podemos observar el lago Llanquihue y el volcán Osorno en toda su magnitud, contemplando la experiencia de inmersión en la región.
Para Pablo Fierro armar este espacio histórico fue un sueño personal que luego concretó al abrir puertas de su casa, detenida en el tiempo, para compartirla con todos los visitantes. El Museo Pablo Fierro no solo preserva objetos y recuerdos, sino que también permite vivir la historia de la colonización y la cultura local de una manera íntima y apasionante.
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