Paseos y excursiones:

Fascinación costera

Bella, encantadora, Castro sabe cautivar a sus visitantes. Desde sus palafitos hasta el mercado, esta ciudad muestra por qué es considerada la más linda de Chiloé.

Caminar por sus calles y admirar su arquitectura, contemplar la rutina diaria del puerto y conversar con su gente permiten entender por qué Castro es una de las ciudades favoritas de la isla. Para conocerla mejor y acercarse a la identidad de este pueblo, hay algunos lugares que no puede dejar de visitar.

El Museo Regional situado sobre la calle Esmeralda exhibe una completa colección histórica y constituye un importante espacio cultural. Creado en 1967 gracias a la gestión de las instituciones locales, este museo se empeña en rescatar la memoria colectiva de Chiloé para compartirla con todos los visitantes.

Siguiendo por Esmeralda se llega hasta la iglesia de San Francisco, declarada monumento nacional y Patrimonio de la Humanidad. La belleza de este templo levantado en 1910 la distingue del resto de las iglesias chilotas. Luego de apreciar su construcción, se puede bajar por la calle San Martín hasta Sotomayor, en dirección a la costanera.

Los llamativos palafitos dominan el paisaje costero, donde funcionan restaurantes que ofrecen sabrosos platos de mariscos y otros típicos de la cocina marina como cazuelas y pescados ahumados, a precios muy accesibles. Muy cerca, junto al muelle se organiza la feria artesanal Lillo, el lugar para comprar artesanías en madera, vistosos tejidos chilotes y otros recuerdos hechos por manos nativas.

Después de pasear por el puerto donde amarran las pequeñas embarcaciones pesqueras, conviene subir por la calle O'Higgins y doblar por la Galvarino Riveros para conocer la Feria Campesina y el Museo de Arte Moderno. Para rematar este recorrido por la ciudad, el mirador de Gamboa ofrece una espléndida vista panorámica de la ciudad.

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