Paseos y excursiones:
Canal Chacao hacia Chiloé
Mónica Pons Jorge GonzálezEl cruce se realiza en pocos minutos y conecta con un mundo pleno de naturaleza y a la vez con la historia de los que habitan la isla desde siempre.
El archipiélago de Chiloé tiene un magnetismo singular ya que incluye una parte importante de los acontecimientos colonizadores de Chile en un marco natural casi agreste. Para ello es necesario cruzar el ancho canal de Chacao por medio de un servicio de transbordadores que parten de la localidad de Pargua y que hacen del viaje un momento de placer.
Cuando llegamos en auto al borde del mar, ya se divisaban las embarcaciones, enormes y cargadas de autos, camionetas y micros que hacían el trayecto inverso al nuestro. En unos pocos minutos, luego de esperar nuestro turno, ya estábamos instalados sobre una de ellas y comenzó la navegación. Teníamos al frente la parte norte de la isla de Chiloé y a ambos lados los golfos de Ancud y Corcovado. Si bien avanzaba veloz, el movimiento era casi imperceptible. El día se presentó plácido pero en algunos momentos el viento lateral se hacía sentir sobre la cara.
Saludamos una pequeña población llamada Carelmapu conocida por su fiesta de la Virgen de la Candelaria, por su caleta y su playa Brava. Existe un proyecto varias veces pospuesto para construir un puente colgante que una el continente con la isla pero el tiempo dirimirá las diferentes opiniones al respecto. Este desafío a la ingeniería tendría unos tres kilómetros de largo para superar el cauce de agua.
Observamos nuestros planos y folletos de la zona en la que nos encontraríamos una vez desembarcados. Un punto de gran interés es el Parque Nacional Chiloé con su clima húmedo, casi siempre lluvioso y por lo tanto con bosques siempre verdes repletos de olivillos, coigües, arrayanes y alerces. En cuanto a la fauna, se encuentran el zorro chilote, el pudú y el carpintero patagónico; en el agua, habitan lobos y nutrias de mar.
Cuando tocamos tierra en el puerto de Chacao, enlazamos con la ruta principal de la isla sobre el golfo. Antes de llegar a la ciudad de Ancud, decidimos acercarnos a la bahía de Caulín, famosa por sus criaderos de ostras a orilla del mar y sus restaurantes típicos. Allí mismo se encuentra un santuario de aves migratorias.
La tranquilidad de este primer tramo isleño se repitió en toda su extensión. Cada población nos fue contando su historia a partir de su relación con las iglesias que, diseminadas por el archipiélago, aún perduran de pie a pesar de haber sido construidas por los jesuitas en los siglos XVII y XVIII. Muchas de esas aldeas aportan sus playas, de arena algunas y de piedra otras.
El canal Chacao y los transportes de trasbordo de automóviles permiten internarse en una isla grande, con mucho para conocer y aprender, mientras se visitan sus innumerables y coloridos pueblos pesqueros.
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