Paseos y excursiones:
Navegación por los ríos valdivianos
La excursión sorprende por cada uno de los rincones recónditos que recorre y muestra atractivos turísticos que no podrían verse si el itinerario no se hiciera por agua.
El Mercado Fluvial de la ciudad de Valdivia, declarado Zona Típica y Monumento Nacional en 2009, es un punto interesante en sí mismo por su movimiento pesquero intenso y por las embarcaciones que ofrecen paseos que parten desde allí. El catamarán Reina Sofía, con capacidad para más de 100 pasajeros y salidas regulares desde el Muelle Schuster, es una de ellas y, al embarcarnos, disfrutamos de un paseo inolvidable por la red fluvial valdiviana.
Una vez ubicados, zarpamos. Con buen día de sol, la luminosidad se reflejaba en el medio acuoso y nos pareció que era un buen síntoma del viaje. Quien guiaba la expedición nos contó acerca de los paisajes que iríamos atravesando y en seguida notamos su cariño por el lugar que lo vio nacer: las proximidades del emblemático río de la ciudad, Calle Calle. Al pasar por debajo del puente Pedro de Valdivia, observamos al vapor Collico, embarcación construida en 1907 en Alemania, que navegó durante años llevando pasajeros, mercadería y naves pequeñas de carga. Se lo respeta mucho por el servicio ofrecido durante tantos años.
Mientras dejábamos atrás la ciudad, pasamos por un astillero sobre el río Calle Calle, por la Universidad Austral de Chile y nos dirigimos hacia el Santuario de la Naturaleza del río Cruces, un humedal con vegetación nativa acuática que alberga gran cantidad de aves, entre ellas las taguas, garzas y el cisne negro. Aparecieron los ríos Cau Cau, Cruces, Guacamayo, Angachilla, Naguilán, y apreciamos sus características y la activa vida de sus costas.
Mientras avanzábamos, nos fuimos internando en la selva valdiviana, siempre verde y húmeda y de gran exuberancia. Otras barcas de pescadores, lanchas y veleros compartían la navegación, agregando colorido al ambiente. Historias, leyendas y anécdotas surgían durante la charla de nuestro guía y amenizaron el itinerario.
Luego, el rumbo de navegación cambió hacia la zona costera de Niebla, el puerto de Corral y la isla de Mancera. Quedó atrás la isla Teja y debimos cruzar el puente Cruces que conecta la ciudad de Valdivia con los sectores costeros de Niebla, Los Molinos y Curiñanco. De forma piramidal, permite que puedan transitar por el río embarcaciones de gran porte.
Por el río Valdivia, disfrutamos del deslizar suave del barco y advertimos algunos recuerdos que dejó el tsunami del año 1960, que abatió toda la costa y los barcos que allí se encontraban. Varios de ellos quedaron hundidos en este sector, como el vapor Canelos, de carga, que quedó escorado para siempre.
Un puerto con mucho para contar
La embarcación Reina Sofía atracó en el puerto de Corral, donde desembarcamos para conocer el fuerte San Sebastián de la Cruz, una de las diecisiete fortalezas españolas establecidas en el siglo XVII, parte del Sistema Defensivo del Pacífico Sur. Visitamos luego el fuerte San Pedro de Alcántara en la isla de Mancera, donde nos llamó la atención lo que nos contaron de la iglesia de San Antonio, construida en 1748 y reconocida como el templo colonial más antiguo del sur de Chile.
Todas las fortificaciones fueron diseñadas en puntos estratégicos para defender la poza del puerto de los ataques enemigos, aunque con sus particularidades de acuerdo con sus funciones específicas. Cañones antiguos, garitas de guardia, muros extensos que nos permitieron ver el horizonte marino que parecía no tener fin y nos dejaron una semblanza de la vida de los fuertes costeros.
En el camino inverso hacia el muelle del Mercado Fluvial, tomamos contacto nuevamente con la civilización. Atrás había quedado el recorrido por los siete ríos navegables más importantes de Valdivia y el encuentro con un capítulo representativo de la historia de Chile.
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