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Grabado en la piedra

Se trata de objetos en buen estado de conservación hallados hace pocos años y que, mediante estudios específicos, resultaron ser de una civilización muy antigua.

El Museo de Piedras de Monte Verde abrió sus puertas en el año 2000, en una vivienda de estilo típico chileno, como resultado de años de investigación arqueológica que evidenció la existencia de ocupaciones humanas en la zona con una antigüedad estimada en al menos 14.800 años.

Al visitar sus salas, pudimos observar numerosos objetos provenientes de esas excavaciones: las primeras piedras talladas que representaron el desarrollo cultural de quienes habitaron estas tierras en tiempos remotos. Además de ello, se conservaban herramientas creadas con madera, huesos y cuero, elementos domésticos, armas y objetos rituales, lo que da cuenta de una vida compleja y adaptada a su entorno. Entre las piezas destacadas hay raspadores, morteros, “tranatrapihues”, tótems y otras tallas que reflejan las prácticas materiales de aquel grupo.

Lo que más sorprende es la técnica con la que utilizaban los materiales que tenían a su disposición y con la que confeccionaban sus herramientas. Los habitantes del antiguo Monster Verde eran cazadores-recolectores que aprovecharon tanto la riqueza del bosque valdiviano como la de los ambientes costeros y ribereños, adaptándose a un ecosistema húmedo y boscoso. Gracias a las excavaciones se recuperaron restos de viviendas construidas con troncos, pieles y estancas, herramientas de piedra, restos de fauna, incluyendo megafauna extinta, e incluso evidencias de sus dietas, como vegetales, tubérculos silvestres, moluscos u hongos, algo poco habitual en sitios tan antiguos.

Estas evidencias refuerzan la importancia de Monte Verde: no solo como punto inicial de poblamiento humano en América, sino también como ejemplo de adaptación inteligente al medio ambiente, con una tecnología que combinaba lo lítico, lo orgánico y lo natural, en un contexto difícil.

Al salir del museo, comprendimos la magnitud del hallazgo: recuperar estas reliquias nos permite asomarnos a los orígenes de los pobladores de este continente. Monte Verde no es simplemente un sitio arqueológico: es un puente hacia un pasado remoto, una huella viva de los primeros humanos que habitaron estas tierras y una invitación a valorar la historia profunda de la región.

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