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El Niño Dios de Sotaquí
Marcelo Sola Marcelo SolaTodos los años, cientos de devotos de todo el país peregrinan a la localidad de Sotaquí para agradecer y solicitar favores al Niño Dios. Las hermandades danzantes se apoderan de la escena al rendirle tributo a la preciada imagen del niño Jesús. Un ritual al que vale la pena asistir.
Era 6 de enero y estábamos en Ovalle, fecha de la Epifanía, cuando Dios se manifiesta al mundo con la llegada de los Reyes Magos a Belén. El día y el lugar no eran casuales. Como miles de personas, partimos hacia Sotaquí, un fértil poblado que se extiende en la margen norte del río Grande, ubicado a 11 kilómetros de la capital de la provincia de Limarí.
Por la ruta D 55 el tránsito avanzaba lentamente. Autobuses colmados de fe y esperanza circulaban paulatinamente por la angosta carretera. Ocurre que en esta pequeña localidad cientos de fieles se dan cita para celebrar una de las fiestas religiosas más importantes de Chile, al conmemorarse el encuentro de una imagen que representa al Niño Dios, hallada en el siglo XIX en la quebrada Los Naranjos, cercana a Sotaquí.
Al parecer, a comienzos del 1800 vivía en este poblado una anciana llamada Antonia Pizarro. “La Naranjo”- como se la conocía - era una señora muy piadosa y tenía fama como médica o curandera que trabajaba con yerbas y otros remedios de la naturaleza. Un día, cuando iba a visitar a un enfermo en la estancia “El Romeral”, cerca del río Hurtado, divisó desde lejos a dos niños que pastoreaban a un rebaño de cabras. Al acercarse observó que jugaban con un tercer niño casi desnudo. Este tercer niño era la estatua del Niño Dios que extrañamente apareció en el lugar. Doña Antonia llevó la imagen a su casa para rendirle culto. El Niño se convirtió en milagroso protector del pueblo y su fama se extendió por toda la provincia.
Desde entonces, los devotos acuden a solicitar o agradecer la ayuda a la imagen del Divino Infante. Con el tiempo, se construyó un altar para dejar la imagen y con el pasar de los años la estatua fue entregada a la iglesia de Sotaquí; entró en solemne procesión a la parroquia.
Peregrinos de todo el país se congregan año tras año. Algunos piden por las familias, por trabajo o por la salud de los que están enfermos. El murmullo de los rezos se apodera del ambiente. Otros agradecen, se emocionan o le sonríen a la imagen.
La estatua del Niño es de madera y tiene unos cuarenta centímetros de altura. Tiene los brazos extendidos. En su mano derecha sostiene un mundo representado por una esfera de plata y en la izquierda, un corazón labrado en el mismo material.
La autoridad eclesiástica erigió una parroquia bajo la advocación del Santísimo Sacramento, que es una de las más antiguas que posee la diócesis de La Serena, y fijó que esta romería en homenaje al Niño Dios se celebrara los días 6, 7 y 8 de enero de cada año.
La espiritualidad se respira en el ambiente. La Santa Misa se celebra en la calle frente al templo. Luego, la imagen del Niño Dios es conducida al paltal (huerto de paltas cercano a la plaza central) para que pueda ser adorada por los fieles. Los devotos parecen desbordar las calles de Sotaquí.
Los festejos se realizan con la participación de bailes religiosos. Algunos diáconos, seminaristas y acólitos se encargan de guiar a los fieles en sus oraciones y cantos y controlan la inmensa cantidad de hermandades danzantes que llegan a rendir tributo a la preciada imagen del niño Jesús. Velas encendidas y rostros iluminados se observan hacia donde se dirija la mirada durante los festejos.
Cuando se acerca la noche, el Niño Dios emprende el viaje de regreso al templo en una procesión que es acompañada por todos los danzantes, peregrinos y devotos en un ambiente de canto, baile y alegría. La celebración culmina hasta el día siguiente. Una fecha y un lugar para tener presentes.
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