Paseos y excursiones:
Alerce: anciano y noble
El alerce andino figura entre los árboles autóctonos del clima húmedo de la selva valdiviana chilena y vive en áreas administradas por CONAF que se encuentran abiertas al público.
En las cercanías de Puerto Montt, un bosque llama la atención por su extensión y conservación. Patrimonio natural de la humanidad, el Parque Nacional Alerce Andino ocupa alrededor de cuarenta hectáreas y el cincuenta por ciento de su superficie está habitado por esta especie longeva. Al recorrer sus senderos se percibe un aroma inconfundible y una quietud profunda, verdaderas señales del ecosistema que domina la zona.
En el ingreso a esta área protegida recibimos instrucciones para hacer excursiones dentro del predio y folletos gracias a los cuales conocimos la vida íntima de esta planta que llega a vivir más de mil años. Con un follaje perenne y de crecimiento lento, el alerce guarda en sus anillos un registro valioso del pasado. Gracias al estudio de estas vetas, la ciencia ha podido reconstruir episodios climáticos y geológicos anteriores a la existencia de instrumentos modernos: años extremadamente lluviosos, periodos de sequía y variaciones ligadas al calentamiento global. Su conservación significa preservar una fuente única de conocimiento.
El alerce tiene una madera blanda, rojiza e impermeable; esta última condición hace que no se pudra y por ello fue utilizado sin mesura para la construcción de viviendas y barcos. Aún en la actualidad se observan edificios antiguos recubiertos por tejuelas de alerce. Por un lado, nos resultan tradicionales, de buen gusto y gran utilidad, pero, a la vez, la industria de la madera avanzó más rápido que la regeneración natural del árbol, lo que subraya la importancia de su protección actual.
Tomamos distintos senderos para caminar entre estos gigantes admirables. Sus troncos rugosos se elevan hasta perderse en lo alto y su presencia contribuye a mantener el aire limpio y el equilibrio del bosque. La reserva alberga además una abundante vegetación nativa, junto a lagos y lagunas donde se permite la navegación no motorizada.
Además, es común ver pequeños animales que habitan en las zonas boscosas como zorros, vizcachas y monitos del monte. En zonas más resguardadas habitan especies elusivas como el puma, la guiña o gato colorado y el pudú, uno de los ciervos más pequeños del mundo. Entre las aves, el sonido del bosque delata su presencia; gracias al guardaparque identificamos carpinteros negros, martines pescadores, peucos, patos reales, caiquenes y hued-hued. En los cursos de agua se encuentran percas, peladillas y truchas arcoíris/café.
El mayor atractivo de esta travesía por bosques húmedos y prístinos fue la cercanía a una naturaleza intacta. Colores, aromas y silencio conformaron un clima de serenidad total. Y lo que más nos cautivó fue descubrir que, gracias a la antigüedad de estos árboles, ha sido posible comprender parte de la historia ambiental del planeta: los anillos del alerce son un auténtico libro abierto.
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