Paseos y excursiones:

Bertrand y Baker: sinónimo de pesca

A su naturaleza exuberante se agrega el ser reconocido como paraíso para los pescadores, donde todo está previsto para dedicarse a este deporte apasionante.

Puerto Bertrand es una aldea mágica enclavada entre lagos y ríos con mucho caudal, ricos en recursos ictícolas. Se la considera punto de partida de las mejores capturas de salmones y truchas arcoiris de buen porte.

Dejamos atrás la costa del lago General Carrera y nos dirigimos hacia el sur por la Carretera Austral. Bordeamos el lago Negro hasta llegar a Puerto Bertrand, sobre la costa norte del lago del mismo nombre. El silencio y la tranquilidad se sumaron a los paisajes impresionantes de ese día otoñal con un sol apenas tibio. Parte de la población se encuentra en los faldeos de bosques de lengas frente al cordón Contreras y, fuera de la temporada estival, tiene pocos habitantes.

Por una de sus callecitas llegamos al lodge de pesca del río Baker, en el que nos habíamos anunciado previamente. Luego de las presentaciones de rigor, nos invitaron a navegar por el lago Bertrand hasta la naciente del Baker. Enfrentamos el color turquesa intenso del espejo de agua que nos resultó de una belleza única. A él llegan las aguas de los lagos General Carrera y Plomo, que a su vez se nutren de los deshielos de los ventisqueros.

La pesca deportiva con mosca es el gran atractivo en la zona y pescadores de distintos orígenes colman las cabañas y lodges habilitados durante la época permitida. Guías especializados recomiendan los lugares adecuados y, en todos los casos, es imprescindible contar con el permiso correspondiente. También se elige la zona por sus atractivos naturales y la posibilidad de hacer vida al aire libre.

Continuamos en el auto en compañía del río Baker, el más caudaloso de Chile. A lo largo de sus 200 kilómetros de longitud ofrece pesca autóctona e introducida y también actividades de aventura. Su turbulencia permite disfrutar del rafting con rápidos de clase 2 y 3. También es posible surcar en kayak los sectores más tranquilos del río antes de desembocar en Caleta Tortel.

La carretera nos condujo hacia la ciudad de Cochrane. Hicimos varias paradas para admirar el río que, de vez en cuando, se apartaba de la ruta. Al llegar a la Cuesta del Diablo, nos esperaba un mirador espectacular donde el atractivo principal es la unión del Baker con el río Nef, cuyas aguas son algo turbias por provenir de los glaciares.

Un poco más adelante nos esperaba otra confluencia: la de los ríos Baker y Chacabuco, desde donde se llega al paso fronterizo Roballos para cruzar a Argentina. En nuestro caso, seguimos hasta el valle del río Cochrane y la localidad del mismo nombre. En su conjunto, quedamos deslumbrados por la belleza apacible de la región y la gran cantidad de visitantes que conocen esta parte del planeta y lo tienen en cuenta en sus vacaciones.

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