Paseos y excursiones:
Sobrevolar el Pacífico
Como en un planisferio gigante, mar y tierra se integran y agigantan mientras la serenidad de los pilotos experimentados hace que no notemos cuán lejos del suelo estamos.
Es bien sabido que el océano Pacífico, a la altura de la región de los lagos de sur de Chile, tiene características propias y está plagado de islas, algunas cercanas y otras muy lejanas del continente. Observar desde el aire el movimiento de las aguas y los promontorios rocosos es una posibilidad deslumbrante.
Partimos del aeroclub de Puerto Varas en compañía de Santiago Vidal, quien fijó su instrumental hacia el noroeste. De a poco quedaron atrás el lago Llanquihue, el volcán Osorno y Puerto Montt; nos despedimos de sus estuarios para dirigirnos al gran mar. Con nuevo rumbo hacia el sur, comenzamos a divisar la isla inmensa de Chiloé; a pesar de la altura pudimos descubrir lo agreste de su recorte costero. Pequeños islotes con población pesquera y otros solo habitados por fauna marina aparecieron ante nuestra vista. Luego, distinguimos las ciudades de Ancud y Castro, donde finalmente aterrizaríamos.
Santiago nos comentó algo acerca de la historia de la aviación en la zona. En el pasado cercano, la isla no contaba con caminos y se comunicaba con el continente por la navegación marítima. Pero ante las emergencias sanitarias fue necesario que la aviación civil llegara con prontitud a destino. Fue así que el gobierno chileno tuvo en cuenta esta carencia y financió los vuelos con traslado de enfermos, de evacuaciones inesperadas o para apagar incendios forestales. Así surgieron aeroclubes que formaron a pilotos profesionales, primero por necesidad y luego por vocación. Hoy, esa tradición sigue viva: los aeroclubes de la zona no solo forman pilotos, también ofrecen experiencias aéreas a turistas que quieren descubrir la región desde otra perspectiva.
Al sobrevolar la comuna de Ancud, al norte de la isla, divisamos el pulmón verde del parque nacional Chiloé. La avioneta experimentó un pequeño bailoteo como para mantenernos atentos a tanta belleza. Allí la naturaleza, virgen e intacta, mostró su paz y silencio. Continuamos hacia el sur por la costa, atravesamos varios lagos y llegamos hasta la Quellón, última población importante antes de internarse en el Pacífico Austral.
La charla durante la travesía nos hizo conocer algunos detalles que desconocíamos. Gracias a ella descubrimos las salmoneras con sus barcos gigantes y las fábricas de “pellet”, que es el alimento de los salmones. Esta industria, hoy clave para la economía de Chile, convive con la pesca artesanal, sostenida por miles de hombres que mantienen vivas sus tradiciones. Desde el aire, podemos observar la convivencia entre lo ancestral y lo moderno.
Desde el extremo sur isleño, dimos vuelta al mapa y subimos hacia Castro mientras admirábamos cada uno de los puntos importantes de Chiloé. Durante el aterrizaje aparecieron sus palafitos pintados de mil colores, sus caminos y la ciudad misma, con iglesia, plaza principal y su vegetación. Si desde el aire se veía encantador, al tocar tierra nos pareció más linda aún.
Así culminó un vuelo de dos horas sobre el violento, azulado y profundo océano Pacífico, desde donde contemplamos tanto islas pobladas como parajes vírgenes. Nos recibió el histórico aeroclub en el que, desde su inauguración en el año 1946, se formaron pilotos extraordinarios; agradecimos a Santiago por la experiencia y por dejarnos soñar con algo tan maravilloso como contemplar la vida desde el aire.
Contacto
Sur Marino
Tel: +56 65-2431660
Cel: +56 994970272
Vea también: Hoteles en Ancud y otros alojamientos© 2007-2025 Prohibida su reproducción total o parcial. Derechos de Autor 675243 Ley 11723


