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El Año Nuevo patagónico

Las celebraciones del nuevo año encuentran a las familias compartiendo sus creencias y fortaleciendo el espíritu comunitario, de familia y de acercamiento con los demás pobladores de su región.

El pueblo mapuche se caracteriza por haber desarrollado un conocimiento acabado de la astronomía y los ciclos de la naturaleza. Debido a ello, crecieron como grupo étnico con un concepto claro de los movimientos del sol y los demás astros, junto con su influencia sobre la vida de la naturaleza y el ser humano. Captaron con precisión el idioma de la tierra, su desarrollo evolutivo y el inicio y fin de cada año.

En el Hemisferio Sur, el 21 de junio corresponde al solsticio de invierno, el día más corto del año y la noche más larga. Para los mapuches, este fenómeno marca el Wiñoy Tripantu, el renacer del sol y el comienzo de un nuevo ciclo agrícola y espiritual. Es el cierre de la cosecha y el inicio de un tiempo de preparación para las futuras siembras. 

Partiendo de una concepción cíclica del tiempo, el sol es el gran protagonista: con el invierno vuelve a nacer, en la primavera alcanza su juventud, en verano madura y en otoño comienza su declive, en paralelo con los cambios visibles en la naturaleza.

Durante el Wiñoy Tripantu, las comunidades mapuches realizarán ceremonias con cantos, rezos y ofrendas a la tierra. El amanecer se recibe en comunidad, en torno al fuego, acompañado de instrumentos acestrales como el kultrun y la trutruca. Tras la ceremonia, las familias regresan a sus hogares y comparten comidas tradicionales. En algunos lugares se realizan también juegos, bautismos y prácticas transmitidas por generaciones. 

Los alimentos tradicionales de esta ceremonia, como los catutos, el muday, la carne asada y diversas preparaciones con papas y hierbas locales, simbolizan el vínculo profundo con la tierra y los ancestros. Cada receta conserva la memoria de prácticas transmitidas por generaciones, reforzando el sentido de comunidad y pertenencia. 

En los últimos años, esta celebración trascendió el ámbito familiar y comunitario para abrirse a visitantes chilenos, argentinos y de otras culturas. Muchas comunidades organizan ceremonias, talleres y ferias gastronómicas que permiten compartir no solo la tradición, sino también valores como el respeto a la naturaleza, la memoria ancestral y el orgullo por la identidad mapuche. 

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