En la mayoría de los casos, los pequeños suben solos al viejo tranvía y sus padres los van siguiendo con la mirada, caminando y sacándoles fotografías. El guarda, un verdadero personaje vestido de época, se encarga de manejar el tranvía y de tocar su vieja campana de bronce cuantas veces sea necesario para que ningún niño se quede sin subir a esta bella reliquia.
A paso de niños y padres
“Vale parar” es la consigna del viaje y el recorrido que no demandaría más de un minuto se hace tan lento que lleva casi media hora. “Vale bajar y volver a subir” es otra consigna, ya que muchos de estos pasajeros se cansan o bien extrañan a mamá y papá y por ello es que, cuando lo deciden, quien conduce el tren aprieta el freno.
Así, a paso de niños y padres, distintos bares y cafés, restaurantes y agencias de viaje, museos y edificios históricos se van sucediendo casi en cámara lenta mientras el tranvía inicia sus últimos metros antes de pegar la vuelta hasta la gran plaza, la cual recibe a los pequeños visitantes cansados de tanta emoción y juego. Tan “entrentenidos” que muchos, como era de esperarse, comienzan a llorar para no bajar.
Ubicación
Extras
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Para tener en cuentaEl paseo es totalmente gratis y los horarios de salida del tranvía histórico se pueden averiguar en la misma caseta del tren, donde generalmente está el guarda-chofer, o bien con alguna autoridad carabinera (policía) de la plaza Arturo Pratt.